30/3/12

Ausencia


Esta noche, mientras dormía, has venido a leer mis libros. No has encendido la luz, no te has sentado en el sofá, no te has quitado los guantes, no has hecho ruido al pasar las palabras. Pero tu mirada se ha quedado adherida a las páginas como la marca casi imperceptible del pinta labios en una copa de cristal de bohemia. Y así, noche tras noche, mi biblioteca y yo vamos perdiendo la sangre de la memoria, sin que ningún médico pueda diagnosticar la causa.

Genma Gorga
Imagen:Fabian Perez

26/3/12

Desnudez



Danzar es olvidarse de uno mismo. 
Moverse como el agua, y ser el río; 
mecerse con el viento, y ser la espiga. 
Extravío perfecto en el delirio. 
Sublime, el frenesí de los sentidos; 
más sublime después la quietud y la noche. 
Alejandro Duque Amusco.
Imagen:Renata Brzozowska

22/3/12

Crepusculo


…,a mí siempre me ha gustado la caída del día, me parece el único momento en que puede pasar algo importante, la luz del crepúsculo lo embellece todo, las calles, las plazas, la gente parece aterciopelada como las flores, los pensamientos morados y amarillos, incluso a mí mismo me percibo más joven y de mejor ver, me agrada observarme en el espejo cuando oscurece, palparme la cara, entonces la encuentro lisa, sin arrugas en la comisura de los labios ni en la frente; el crepúsculo aporta belleza a mi vida cotidiana.

“Una soledad demasiado ruidosa” Bohumil Hrabal
Imagen:Willian Turner

Primavera







¿Es primavera?
La colina sin nombre
se perdio en la neblina
Matsuo Batso

18/3/12

Carta de Emily Dickinson a el maestro


Carta de amor de Emily Dickinson a «el maestro».
Verano de 1861
Maestro: Si usted viera cómo una bala alcanza a un pájaro, y él le dijera que no está herido, puede que llorase ante su amabilidad, pero con toda seguridad dudaría de su palabra. Una gota más de la cuchillada que ensucia el pecho de vuestra Margarita… Dios me creó, Maestro. No fui yo misma. Yo no sé cómo ocurrió. Él construyó el corazón en mí. Golpe a golpe, creció más que yo y, como una pequeña madre con un hijo mayor, me can­sé de cargar con él. Me enteré de que existía algo llamado «Redención», algo que hacía descansar a hombres y mujeres. Se acordará que le pregunté por ella: usted me ha dado algo distinto. Olvidé la Redención… (No se lo dije durante mucho tiempo, pero sabía que usted me había cambiado) y estaba cansada… Me siento más vieja -esta noche, Maestro- pero el amor es el mismo, y también lo son la luna y la media luna. Si la voluntad del Señor hubiera sido que respirase donde usted respiraba y encontrase el lugar -por mí misma- en plena noche; si nunca puedo olvidar que no estoy con usted ni que la tristeza y el fracaso están más cerca que yo; si deseo con una fuerza que no puedo reprimir que mío sea el lugar de la reina, el amor del Plantagenet es mi única disculpa…
Estas cuestiones son sagradas, señor, las abordo con veneración, pero las personas que oran se atreven a decir en voz alta «¡Padre!». Afirma que yo no se lo cuento todo. La Margarita «confesó y no desmintió».
El Vesubio no habla; el Etna, tampoco… Uno de los dos pronunció una sílaba hace mil años, Pompeya la oyó y se ocultó para siempre. No se atrevió a mirar al mundo a la cara después -supongo-. ¡Vergonzosa Pompeya! «Le hablaré del deseo.» Sabe lo que es un parásito, ¿verdad?; usted ha sentido el horizonte, ¿verdad?, ¿y el mar nunca se acercó tanto como para hacerle bailar? No sé qué puede hacer pero, gracias, Maestro; si tuviera barba en mis mejillas, como usted, y usted tuviera pétalos de Margarita, y se preocupara mucho por mí, ¿qué sería de usted? ¿Podría olvidarme en la lucha o en el vuelo o en tierra extraña…? Solía pensar que cuando muriera podría verle, así que habría de morir tan rápido como pudiera, pero la «corporación» también lo va a hacer, de manera que el Cielo ya no será un lugar aislado. Digamos que esperaré por usted. Digamos que no necesito ir con ningún extraño al, para mí, país desconocido. He esperado mucho tiempo, Maestro, pero puedo esperar todavía más, esperar hasta que mi pelo color de avellana esté moteado y usted utilice bastón, entonces podré mirar mi reloj y, si el Día está en el lejano ocaso, podemos tentar a la suerte en el Cielo.

15/3/12

Apariencias


Aparentemente, de tanto en tanto los adultos se toman el tiempo de sentarse y contemplar el desastre que es su vida.Entonces se lamentan sin comprender y, igual que moscas , golpean siempre contra el mismo cristal, se agitan, sufren, se marchitan, se deprimen y se preguntan sobre el engranaje que los ha conducido donde no querían ir.
Los más inteligentes incluso lo hacen su religión: Ah el vacío despreciable de la existencia burguesa!.
Hay cínicos de esta calaña que cena en la mesa de papa:"¿Que ha sucedido con  nuestros sueños de juventud?", preguntan con cara de desdén y satisfacción.
"Han escapado y la vida es una puta".
Odio esta falsa lucidez de la madurez.
La verdad es que son como los otros, niños que no entienden lo que les ha pasado y que juegan a hacerse el duro cuando lo que tienen son ganas de llorar.

 La elegancia del erizo- Muriel Barbery
Imagen:Brassai

13/3/12

LLuvias


En las lluvias de primavera todo las cosas son más bellas.
(Kaga No Chiyo)
Imagen:Camile Pisarro

9/3/12

Que....



Que la vida no vaya más allá de tus brazos.
Que yo pueda caber con mi verso en tus brazos,
que tus brazos me ciñan entera y temblorosa
sin que afuera se queden ni mi sol ni mi sombra.
Que me sean tus brazos horizonte y camino,
camino breve, y único horizonte de carne;
que la vida no vaya más allá... ¡Que la muerte
se parezca a esta muerte caliente de tus brazos!...
Dulce Maria Loynaz
Imagen:Nicoletta Tomas

5/3/12

Soledad



"A la soledad de quién está soltero le queda siempre la esperanza, a la soledad de quién está acompañado sólo le queda la desesperación."
Antonio Gala
Imagen:Abdalieva Akzhan

3/3/12

Propuesta



Te propongo esta noche 
llegar a un acuerdo,
un diálogo entre mi cuerpo y tu cuerpo
una conversación sin palabras,
un silencio de proyectos,
que tus dedos interpreten
el lenguaje de mis dedos.
Te propongo, simplemente,
alargar la caricia,
no planear la llegada a la cima
sino navegar con el remo de mis brazos
no utilizar para nada el salvavidas
ni que el tiempo detenga la mirada
dirigida a los botones de tu camisa.
Te propongo un pacto de susurros,
una tertulia de gemidos,
un monólogo de gritos,
que todo lo que no dijimos
en la piel permanezca escrito.
Te propongo una noche interminable,
lenta, muy lenta, tan lenta
que cuando nos interrogue la mañana
no sepamos quiénes somos
ni hacia dónde vamos,
como si aprendiéramos de nuevo a leer
igual que dos niños pequeños,
como si aprendiéramos de nuevo a escribir
sobre el pálido folio de nuestro cuerpo.
Te propongo una lectura corpórea
desde el prólogo de tus ojos
hasta el epílogo de mi boca.
de: “Dédalo del deseo”
Gloria Bosch
Imagen:Nicoletta Tomas